Hoy, que he vuelto a disfrutar de los beneficios de ser presidente de la comunidad, me he dado cuenta de que si hasta ahora teníamos problemas entre vecinos y administradora, a partir de ahora la cosa se va a desmadrar.

¿Y esto a qué viene? Viene a que esta mañana tenía cita con el médico y he aprovechado para ir a desayunar a la cafetería, así, como algo excepcional. Y antes de llegar ya he escuchado a tres vecinos -tres- contarme sus problemas con la administradora, que no les contesta, no les resuelve y no les nada. Soy educado y pretendo hacer del mundo un sitio mejor, pero tampoco soy un confesor, hijos míos, y sobre todo no puedo responsabilizarme de algo sobre lo que no tengo control.

¿Qué coño sé de lo que le has pedido a la administradora y de cómo va?

Y justo antes de llegar a la cafetería, en la puerta de una peluquería, me ha interceptado la última, la anterior presidenta que no movió un puto dedo pero que ahora está en modo berseker, y me ha preguntado otra vez por todo lo que me encargó (ojo, que ella me encargó a mí; he ahí a otra que confunde amabilidad y belleza con debilidad) Y yo, que estoy delicado de espíritu y cuerpo, especialmente porque empiezo la cuarta semana sin tabaco después de cuatro décadas fumando, sólo quería llegar a tomarme la tostada y leer un rato tranquilo. He conseguido salir de allí casi de malas y, al volver de todo ello, aún me he encontrado con otro vecino más que ha vuelto a decirme lo mal que le tratan y que quizás deberíamos cambiar.

Cuando he escapado -otra vez- me he puesto a pensar y me he dado cuenta de que todo lo que me cuentan se queda en eso, en quejas de calle; no hacen nunca nada aunque tengan la oportunidad. Y eso que son clientes, que son los que tienen algún tipo de "poder" en esa relación comercial que tenemos con la administración.

De momento he escrito a la administradora para decirle que me ocupo yo de resolver los problemas y que lo deje ahí. En llamar a un cerrajero, indicarle dónde tiene que trabajar, mirar a ver si lo ha hecho bien y recibir la factura tardo menos que en decírselo a alguien y preguntarle por ello cada semana durante mes y medio. ¿Cambiaremos de administración? En el próximo capítulo.