Desde que ganaron las elecciones los de derechas en el pueblo las cosas han sido más bien raras. Una de las raras es que han conseguido NO dejar de ofrecer las actividades culturales sin pagar un euro por ellas. Ahora somos nosotros los que tenemos que pagar tres y cuatro veces más porque ya nada está subvencionado.

Los profesores tampoco ganan lo mismo que antes y están siempre en la cuerda floja. Tanto que los de las clases de teatro, tras unos cuantos abandonos de los antiguos que ahora quieren volar solos en la asociación (y verás qué hostión nos pegamos), hemos tenido que hacer una campaña de reclutamiento para alcanzar el límite de alumnos y no dejar de recibirlas. La profe necesita ganar algo o no le compensa. Pero todo bien en el pueblo, tenemos banderas de españa hasta en los baños y toros y catolicismo para aguantar la próxima horda comunista que asalte nuestros valores.

Inciso: Esta semana, además, he descubierto que uno de mis sobrinos, que ya se le notaba algo desde más joven, es un nazi convencido. Puestazo en una tecnológica aeroespacial, juventud, salud, casa, compañera guapa e inteligente, cochazo, ... Pero teme que llegue la miseria y la roña (sic) si sigue gobernando Perro y sus acólitos. De verdad que ni en mis tiempos más puesto he llegado a tener esos pensamientos tan incoherentes y estúpidos.

Pero a lo que iba. Han llegado algunas compañeras nuevas de tanta edad como entusiasmo y parece que en las clases anteriores la cosa ha ido más o menos bien. Pero hoy, joder hoy. Hoy la profe nos comentaba que no había podido preparar los textos teatrales porque estuvo el fin de semana preparando envíos para Valencia por la DANA y ha surgido una pequeña conversación. Conversación que se ha visto interrumpida por una de las nuevas diciendo que nada de cambio climático, que está harta de esas mentiras y que siempre (pero siempre, siempre) ha habido gotas frías en levante. Bueno, le he dicho que como estas no, que van a peor porque tampoco hemos aprend... Y ahí me ha cortado también diciéndome que no (y ya gritando) que el cambio climático no existe y que lo puede demostra y que se acabó la conversación.

Yo, que tengo mucha experiencia con fachas en madrid desde mi juventud en los setenta, he reconocido el tono y me he encendido pero bien. Mucho. Demasiado. A punto he estado de romperle la puta cabeza a esa mierda de anciana que se aprovecha de mi educación nacional-católica que me impide (como las reglas de la robótica) arrancarle los pulmones por las orejas y metérselos por la nariz.

Así que en unos pocos segundos me he dado cuenta de que posiblemente tenga que aguantar a esas malas personas, esas que piensan que todo es un engaño excepto cuatro cosas que sólo ellos saben (anda, mira, como los sacerdotes), cuando hay dinero por medio ¿pero haciendo teatro? NI DE PUTA COÑA.

Voy a dos grupos de teatro y en el otro se nota cuando hay ganas de hacer cosas y de gente que, con sus ideas particulares, no son extremas: son creativas, sensibles, ardientes y tienen ganas de reír y de hacer cosas en grupo.

Pero en este, y en la asociación, se están viendo demasiadas costuras. Si por dinero tengo que aguantar basura genética no les quiero en mis aficiones ni de puta coña.

Y eso.