Yo lo vi pasar por la calle Santa María de la Cabeza. Estaba haciendo EGB en un colegio muy religioso. Público pero religioso porque los profesores eran así. El caso es que estábamos dando un paseo y al ver a tanta gente nos acercamos. Sabíamos que venía porque los profesores nos dijeron que teníamos que ir pero pasábamos. ¿Pasábamos? Sí, hasta que a Manolo, el muy gilipollas, se le ocurrió asomarse por la gente justo al lado de Don José María, alias el bofetadas, y ya no pudimos marcharnos.

Lo vimos durante unos segundos, cuando pasó con el coche que, por cierto, se fabricó en España y se le regaló. Fue una de las primeras veces que descubrí que la expectación de los demás no valía una mierda. He vuelto a caer en ello, claro, porque la esperanza es humana pero es que aquello fue estúpido.